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La Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios analiza las fuentes de emisión de resistencias antimicrobianas en el medio ambiente y contempla si las excreciones de las mascotas en las ciudades podrían ser relevantes
Sanidad se interesa por el papel de las excreciones de mascotas como fuente de resistencias
La Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios analiza las fuentes de emisión de resistencias antimicrobianas en el medio ambiente y contempla si las excreciones de las mascotas en las ciudades podrían ser relevantes
Francisco Ramón López - 10-05-2022 - 12:58 H - min.
La aparición y propagación de las infecciones causadas por bacterias que son resistentes al tratamiento con antibióticos constituye una de las amenazas más graves a las que se enfrenta la salud pública y la sanidad animal hoy en día.
Aunque los mayores problemas se observan en el entorno clínico, el medioambiente desempeña un papel fundamental en la creación y diseminación de dichas resistencias. Con la finalidad de profundizar en el conocimiento del papel del medioambiente en la producción y transferencia de resistencias, en 2019 el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), creó el Grupo de Trabajo de Resistencias en el Medioambiente, el PRAN-MA.
Los objetivos del PRAN-MA son identificar qué áreas de conocimiento son de interés en lo referente al papel de las resistencias en el medioambiente, avanzar en el desarrollo de herramientas que permitan categorizar riesgos para la salud pública y la sanidad animal y elaborar un informe de conclusiones que permita desarrollar acciones futuras.
Con el fin de cumplir con estos objetivos, el PRAN-MA ha dividido su plan de trabajo en tres fases. La primera fase, enmarcada en la línea estratégica de vigilancia del PRAN, ha culminado este mes de mayo con la publicación de dos informes.
El primer informe es el que interesa al sector de la salud animal y está titulado ‘Estudio de las principales fuentes de emisión, rutas de dispersión y vías de exposición a los antimicrobianos, bacterias resistentes y genes de resistencia antimicrobiana para personas y animales’.
En él se demuestra que la principal causa de la diseminación de resistencias en el medioambiente es la actividad humana. “Las resistencias circulan libremente a través de los distintos compartimentos, pero los ambientes antropizados son los que mayor impacto generan en la abundancia y diversificación de dichas resistencias, poniendo en riesgo el futuro de la medicina humana y animal”, indican.
En el documento analizan tres fuentes de emisión: las industriales, las urbanas y las agrícolas. Dentro de las urbanas, el documento recoge el papel que juegan los animales de compañía en la producción de resistencias a los antibióticos.
Y es que recuerdan que, según datos de la Federación Europea de Alimentación para Animales de Compañía (FEDIAF), en 2020 en España había 6,7 millones de perros y 3,8 millones de gatos. En relación a la población humana hay, por tanto, 14 perros y 8 gatos por cada 100 personas. La evolución del censo ha sido positiva para los perros (+25% de crecimiento en el periodo 2012-2020), mientras que se ha mantenido estable en gatos para el mismo periodo.
“Estas cifras demuestran que la población susceptible de ser tratada es significativa y, de cara a la emisión de residuos en excretas, puede ser relevante dado que los animales de compañía se concentran en poblaciones urbanas”, señalan.
Sirva como ejemplo el caso de la ciudad de Madrid, donde los tratamientos aplicados a los 280.000 perros y 92.000 gatos censados en 2018 acabarían concentrados, tras su excreción, en las siete depuradoras de aguas residuales que dan servicio a la ciudad. Sin embargo, precisan que las excretas de los gatos y las heces de los perros no son recogidas por la red de saneamiento, sino que son descartadas como residuos sólidos urbanos.
“Para entender la importancia de esta ruta de emisión sería preciso contar con datos de consumo de antibióticos en pequeños animales. Estos datos no están disponibles a fecha de hoy, pero lo estarán en un futuro próximo, dado que la red de vigilancia de consumo ESVAC comenzó a recoger datos anuales de consumo de antimicrobianos en pequeños animales en 2020”, recuerdan.
Otro de los principales campos abordados es la ganadería. Lo primero que hace el informe es recordar que desde 2006 el uso de antimicrobianos como promotores del crecimiento está prohibido en la Unión Europea, no obstante, todavía se emplean en numerosos países del resto del mundo.
Según los datos del ‘Fourth Report of the OIE Annual report on antimicrobials intended for use in animals’, en 2018 el 23% de los 153 países participantes referían el uso de antimicrobianos como promotores de crecimiento.
En 2030 la ganadería consumirá a nivel global 105.600 toneladas de antimicrobianos. Durante 2018 el consumo de compuestos antimicrobianos con fines veterinarios en 31 países europeos es de 6.501 toneladas, de las que unas 1.725 se consumen en España.
Relativizando estos datos al tamaño de la cabaña ganadera (miligramos de antimicrobiano por Unidad de Corrección de Población – mg/ PCU), España se sitúa en el tercer lugar de consumo (219 mg/PCU, promedio en Europa: 103 mg/PCU), teniendo por delante a Italia (244 mg/ PCU) y a Chipre (466 mg/PCU).
Las clases de antimicrobianos más consumidas en la ganadería de España son las tetraciclinas (62,3 mg/PCU), las penicilinas (68,7 mg/PCU) y los aminoglicósidos (22,2 mg/PCU). Con más de 10 mg/PCU también se sitúan las lincosamidas (19,3 mg/PCU) y los macrólidos (10 mg/PCU) (EMA, 2020).
El informe también aborda los niveles de resistencias en fauna silvestre que, recuerdan, se hallan correlacionados con la proximidad a la actividad humana. “La fauna silvestre puede adquirir resistencia a antimicrobianos a partir de las fuentes de exposición mencionadas en los apartados anteriores: productos agrícolas y ganaderos (contacto con excretas, con productos agrícolas enmendados con purines, con carcasas ganaderas, como en muladares o mediante depredación del ganado), aguas contaminadas (incluyendo estaciones depuradoras y aguas residuales), residuos urbanos o de hospitales y centros de salud, vertederos…”, apuntan
Si bien, señalan que, con respecto a otros mecanismos de dispersión como las aguas residuales, la fauna silvestre posee un papel menor cuantitativamente hablando, ésta presenta dos aspectos muy relevantes: en primer lugar, la capacidad de dispersión en cuanto a la distancia, muy especialmente en las especies migratorias, y en segundo lugar, que la mayor presencia de resistencias en la fauna silvestre puede ser indicador del grado de antropización de los ecosistemas.
Y es que indican que diversos estudios reconocen el posible papel de las aves como dispersores y como reservorio de las AMR. “Las aves silvestres poseen un papel relevante en la incorporación y dispersión de resistencias al medioambiente, debido a que ocupan nichos muy antropizados (aves sinantrópicas, incluyendo las urbanas, periurbanas y asociadas a explotaciones), porque ingieren directamente carcasas ganaderas (aves rapaces y carroñeras) o por la capacidad de desplazarse a largas distancias (aves migratorias)”, explican.
Como conclusión, indican que, a través del medioambiente, los seres humanos y los animales resultan expuestos a determinantes de resistencias por distintas vías. Esta exposición puede dar lugar a una colonización y, en el peor de los casos, a una infección.
“Como se puede observar a lo largo del presente informe, la salud humana, la salud animal y la salud medioambiental están intrínsecamente relacionadas formando Una Sola Salud. Es necesario dar este enfoque a cualquier plan de acción contra las resistencias a los antimicrobianos”, defienden.
Para los autores, la identificación de las vías de transmisión a seres humanos y animales es un primer paso fundamental antes de poder aproximarse a conocer el riesgo asociado a cada vía y por tanto definir con proporcionalidad potenciales medidas futuras.
“La elaboración de este informe supone un primer paso en la consecución del objetivo general de mejorar el conocimiento del papel del medioambiente en la transmisión y difusión de resistencias a antimicrobianos. Los resultados obtenidos en esta revisión no pueden verse como un esfuerzo aislado, sino como parte de una estrategia a largo plazo donde la información plasmada en este trabajo será empleada para orientar futuras acciones”, concluyen.
Terminada la primera fase de su plan de trabajo, el PRAN-MA se centrará ahora en la segunda y estudiará datos de monitorización ambiental y posibles mejoras de los planes de monitorización. La tercera fase se iniciará en 2023 y estará dedicada a estudiar metodologías de análisis de riesgos y el posible impacto de las resistencias en el medioambiente en la salud pública y la sanidad animal.
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